Evocación de María Wernicke
Revisando viejos papeles, encontré una hoja escrita a máquina de las antiguas, con un poema de María Wernicke. Ella era oriunda de Buenos Aires, pero en 1958 se radicó en Mar del Plata, donde murió en el 2013, dato del cual me enteré mucho más tarde. La conocí allí, en la década del ’70, cuando ella publicaba sus primeros e importantes libros de poesía (Los poemas del último año en 1970, y Figuras en 1972) Buenos) y he llegado a bailar alguno de sus poemas, en su presencia y la de otros escritores locales cuyas poesías bailaba siguiendo el ritmo del propio texto en off y sin música. Lo hice en varios lugares, tal vez el más simpático fue el Torreón y además en salas de casas particulares, con un espacio destinado a los pocos espectadores, todos del ámbito literario. La relectura de esta poesía me trajo a la memoria una época de florecimiento literario marplatense que pude disfrutar y acompañar, la mayoría de cuyos actores ya no está con nosotros. Pero perdura el arte y el recuerdo. Les comparto entonces esta hermosa poesía.
Las madres, el mar
Madres de
ancha hermosura
bajan
hasta la playa
llevando
el largo río de sus niños descalzos.
Vienen
desde el amor y la pobreza
y en los
vestidos tienen esas pálidas flores
que los
días trabajan.
Adónde van
los barcos
les
preguntan los hijos,
que
siempre imaginaron unos barcos tan altos
como
árboles quietos en los campos del agua.
Pero sus
madres oyen otras voces distintas
y erigen
en la arena una puerta invisible.
Por una
vez el cielo es un patio de siesta
una mujer
sentada que descansa en las manos.
Porque
hermosa es la casa del que todo lo hizo
y porque
todo está, ya tejido y lavado.
María Wernicke
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