C omparto esta breve nota de Perfil, que me parece muy adecuada para repensar en estos días turbulentos, aquí y en el mundo.
Celina Hurtado
Amor fati: habitar la
derrota
No nos gustan los rostros del poder, nunca nos gustaron y ahora nos
gustan menos. Nos preocupa la escalada bélica, nos revuelve las tripas la
derecha desembozada que se monta sobre la debilidad de consensos básicos conquistados
después de las experiencias nazi-fascistas europeas, del belicismo
estadounidense, de los totalitarismos que usurparon el proyecto comunista y,
más cerca nuestro, de la dictadura de la desaparición de personas.
Pisamos el palito ante el grotesco de un presidente, nos hacemos los
sorprendidos y nos indignamos por la virulencia del Gobierno, denunciamos los
mecanismos que antes ocultaban los poderes, pero que hoy están a la vista.
¿Será que ya no se trata tanto de denunciarlos como de intentar comprender la
explicitación en sí misma? Esta neurosis que nos evita asumir el presente tiene
un costado repetidor, un narcisismo típicamente burgués que se expresa como
indignación del demócrata liberal, refractario al conflicto.
En la Argentina progresista, aquella en que los indignados de hoy vivían su “mundo feliz”, hubo una línea de grafitis que, en sintonía con un espacio político, rezaba en las paredes: “El amor vence al odio”. Pues bien, lo que está ocurriendo es lo contrario. Porque eso que las buenas intenciones detrás de los aerosoles llamaban “amor” era el sentimiento de una facción, un ideario propio de la moral humanista que perdió vigencia. En su reemplazo no contamos con un ideario mejor, porque lo que cambió es el ambiente completo; estamos en una nueva casa, un mundo colonizado por la exigencia tecnológica de funcionar, un mundo que nos plantea una encrucijada: amar la época en que “el odio vence al amor”.
https://www.perfil.com/noticias/elobservador/amor-fati-habitar-la-derrota.phtml
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