DOS
SONETOS PARA EL VIERNES SANTO
Texto del Evangelio según Mateo
Enrique González Trillo
La mañana del Viernes Santo
Los que prendieron a Jesús, lo llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos. Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y entrando se sentó con los criados para ver cómo terminaba aquello.
Preso lo llevan para ser juzgado
por implacable tribunal que alienta
con odio vil una injusticia cruenta
y es de inicuos delitos acusado.
Su virtud para ellos es pecado,
y la humildad que en su grandeza ostenta
los mueve a herirlo con indigna afrenta,
como han de abrir más tarde su costado.
Y Él bebe, el alma triste hasta la muerte,
su amargo cáliz, y su llanto vierte,
pero su fe vence al dolor y al ansia.
No es de este mundo el reino prometido,
y al sanedrín responde, sin jactancia,
que es el Hijo de Dios, y es el Ungido.
*
Rosa María Sobrón,
Y después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a ser crucificado.
No la madera simple ni la espina
No tan sólo la Sangre y el lamento
No sólo la cabeza que se inclina
No la sombra en la tierra y en el viento
No el lánguido fervor del sentimiento
ni tampoco el dolor que me ilumina
No el reproche del sol, que ya presiento.
Ni tampoco el clamor que se adivina
Una fuerza de adentro me convoca
al Misterio de Muerte. Y es la Roca
perdurable perfil de mi semana,
cuando entiendo que el fin de Su Agonía,
no es morirse de a poco sólo un día
sino resucitar cada mañana.
*
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