Juan Cruz Varela
Cinco Sonetos a la muerte del
Gral. Manuel Belgrano
I-.
¡Desventurada
patria! son llegados
los momentos de
luto. Fallecido
ha el héroe
militar, en que han podido
descansar sin
azares tus cuidados.
El ínclito Belgrano...
(¡desgraciados
acentos de mi
voz!) víctima ha sido
del patrio
amor, deidad, a que ha tenido
sus valientes
esfuerzos consagrados.
Viste pues luto
patria malhadada:
tu robusta
columna ya no existe,
va a la tumba
tu honor. Es acabada
la esperanza de
gloria en que viviste,
y mi alma en
tus ruinas sepultada
fija el lema a
tu suerte: Pereciste.
II-
¡Feliz plantel
del suelo americano,
gran Buenos
Aires, patria afortunada
del campeón más
ilustre, cuya espada
nunca en
conflicto se desnudó en vano!
De los laureles
que plantó tu mano
en tus
marciales glorias empeñada
haz diadema de
honor en que grabada
se vea la
imagen del mejor Belgrano.
De ella sola la
expresión valiente
el aire noble
su mirar activo,
su denuedo
gentil, grato, imponente,
su tono militar
ejecutivo
actitudes serán
que, mudamente,
a una voz
griten: ¡Compatriotas, vivo!
III-
Falleció en el
ínclito Belgrano
de militares el
cabal dechado,
intrépido,
valiente, denodado,
atinado en su
obrar, jamás insano.
Patriota sin
revés, leal ciudadano,
en sus
prometimientos fiel y honrado,
nunca del oro
vil tiranizado,
carácter
franco, corazón humano.
¡Oh, jefe digno
de inmortal memoria!
A virtudes tan
raras en el suelo
eternos premios
con laurel de gloria.
Que ellas
unidas a su ardiente celo
folios añadirán
a nuestra historia,
para regla,
ejemplar, norte y modelo.
IV-
¡Oh!, ¿dónde
habitas, militar guerrero?
¿Cómo te fuiste
y huérfana dejaste
tu amada
patria, que a la vez libraste
con los
cortantes filos de tu acero?
¿Cómo le has
dado el golpe postrimero,
e insensible a
su llanto te ausentaste,
abandonando al
último contraste
su libertad, su
honor, su bien entero?
Que se encienda
de nuevo, que se encienda
la antorcha de
tu vida. Y si es en vano
nuestro justo
clamor, en la contienda
de tu afligida
patria, pon la mano
sobre quien te
suceda, y la defienda.
¡Pero, quién te
sucede, gran Belgrano!
V-
¡Provincias de
la Unión! no el torpe olvido,
nota de
ingratitud, vil, degradante,
sea el laurel
destinado al más constante
patriota
militar, que habéis tenido.
Cuando el mundo
político ha sabido
su mérito
graduar de relevante,
haced que su
gran nombre sea en diamante
con indelebles
cifras esculpido.
O, dando el
lleno a empeño tan laudable,
haced que el pecho fiel del ciudadano
sea la lámina
viva y perdurable
en que de amor
la agradecida mano
grave en gloria
de este héroe inimitable:
“Aquí vivirá
eterno el gran Belgrano”.
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