Oda de Juan Ramòn Riojas a la Junrta de Mayo


Oda a la excelentísima Junta Gubernativa
de las Provincias del Río de la Plata
el cuartel número IX59

Juan Ramón Rojas



ODA


Júpiter dijo a Venus: “La bella Ilia,
vestal de regia sangre, los halagos
de Marte consintiendo, dos mellizos
a luz dará. Ya Rómulo adornado
con la bermeja piel de aquella loba
que alimento le dio, tomará el mando;
y establecida la ciudad de Marte
formará de su nombre el de Romanos.
Soberanía inmensa les concedo,
sin prescribirles límite, ni plazo.
Y aun la implacable Juno que hoy excita
en cielo, en mar, y en tierra sobresaltos,
con más prudente acuerdo, ha de ayudarme
a promover las dichas del togado
pueblo de Roma, del señor del orbe.
Esta es mi voluntad. Por largos años
imperará feliz. Solo reservo
para manifestar el sumo grado
de mi poder, hacer más poderosos
a los pueblos del suelo americano.
Estos países hasta hoy desconocidos,
de la soberbia Europa al fin hallados,
provocarán de España la codicia.
Ella armará bajeles y soldados,
y atravesando por buscar riquezas
la extensión formidable del oceano,
arribará del Paraná a las costas,
allí a plomo, y cuchillo derramando
la sangre de sencillos moradores,
arrancará de sus inermes manos
el natural dominio, y extendiendo
el suyo con las armas, a su mando
sujetará dichosa dos imperios,
que el nuevo mundo llamará, no en vano.
Dará leyes en él, hará ciudades,
y cerca de tres siglos dominando,
gozará de riquezas cuantas puede
solicitar el genio más avaro.
Pero entonces Europa conmovida
abortará en la Córcega un tirano,
que excediendo ambicioso a los guerreros
que le habrán precedido, en luto y llanto
volverá su fortuna, victorioso
casi todos sus reinos conquistando,
y haciendo de los reyes más temidos
siervos humildes, míseros esclavos.
Rendida España por la enorme fuerza
del déspota opresor, al duro carro
de sus sangrientos triunfos será uncida
con sus reyes legítimos; mas cuando
desde los altos Alpes ya sus miras
en la América ponga, el pueblo sabio,
mi predilecto pueblo (a quien los hombres
llamarán Buenos Aires) de las manos
de los ministros que venderla intenten,
arrancará debidamente el mando.
Pondralo a cargo de patriotas fieles;
y estos dignos varones esforzados,
modelos de valor y de prudencia,
levantarán el edificio sacro
de la perpetua libertad augusta
que a la América toda yo preparo.
En vano los satélites impíos
del despotismo del gobierno hispano
promoverán la división a intento
de que sus propios hijos destinados
a la felicidad e independencia,
de España sigan el destino infausto;
pues no habrá dado el luminoso Febo
por la celesta esfera un giro anuo,
cuando ya los ejércitos valientes
de mi elegido pueblo, colocados
sobre los altos Andes harán verse,
y a un mismo tiempo en los feraces campos
de la banda oriental de su distrito,
invencibles rindiendo a sus contrarios,
imponiendo terror a los rebeldes,
y en libertad poniendo a sus hermanos.
Removidas serán por mí las causas,
que opongan a mis fines los humanos;
y, tranquilo ya todo el continente,
elegirá gobiernos justos, sabios.
No habrá en ellas jamás la tiranía,
que Europa tantas veces ha llorado,
ni déspotas crueles que atropellen
los derechos del hombre más sagrados.
 Buenos Aires, unido a sus provincias,
el primero será que combinando
un sistema benéfico y virtuoso,
su gobierno establezca. Los aplausos
en breve llevará del orbe entero.
Las ciencias y las artes desertando
de la afligida Europa, harán asiente
entre aquellos dichosos ciudadanos.
Verase entonces al comercio activo
sus puertos y bahías frecuentando,
la agricultura haciendo que dependan
de sus frutos los reinos más lejanos,
y la abundancia pródiga sus bienes
en aquel hemisferio derramando,
hará que de la América los hijos
se propaguen sin número. Los lauros
de Marte todos, ceñirán sus sienes;
y en grandezas, poder, ciencias y fausto,
excederán los tiempos más felices
de atenienses, de griegos y romanos.
Harán piadosos memorable el día
-en que la dulce libertad hallando,
a sus pies caigan rotas las cadenas,
que atrás ligaban sus robustos brazos.
Y los nombres excelsos y gloriosos,
de los varones próvidos y sabios,
que habrán de dirigir el templo augusto
de la felicidad del suelo patrio,
esculpidos en mármoles y bronces,  
admirables serán, y respetados
de las posteridades más remotas.
La historia y la poesía, en prosa y cantos,
perpetuarán sublimes su memoria.
Sus nietos con magnífico aparato
honrarán sus cenizas, ofreciendo
de gratitud sobre sus huesos, llanto.
Y ya concluidos sus heroicos hechos
recibirán el premio de mi mano.
Estos son los arcanos del destino”.
Dijo así el sumo Jove; y Venus dando
humildemente un ósculo a su diestra, en
señal de respeto a sus mandatos,
gozosa descendió del alto empíreo,
y fuese a presenciar los holocaustos,
que en mil aras ofrecen cada día
al ciego dios, los débiles humanos.
Año de 1811


Fuente La Lira Argentina, Buenos Aires, 1824

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