Cocina histórica en verano

 En estos dias de verano y temporada de los espárragos, comparto esta receta, rica y fácil de hacer, del libro siempre bien ponderado de Manuela Gorriti, enviada por su sobreina,.

Espárragos a la colegiala

Así los llaman en casa cuando, acomodados como a mí tanto me gustan, los envía a la mesa nuestra buena cocinera, los días de salida.

No puedo dar a este excelente cordon blue, mejor prueba de mi gratitud que solicitar de mi tía, para su sabrosa confección, un lugar en las páginas de Cocina ecléctica.

Hacía hervir ligeramente los espárragos en agua salada, sin cocerlos demasiado, para conservarles su parte más delicada. Atábalos en pequeños manojos que representaba una ración. Los curtía durante dos horas en un batido de vinagre y aceite sazonado con sal y pimienta, pasándolos al servirlos a una fuente de puré a la crema. 

María López Beneditto

(Buenos Aires)

La Cocina ecléctica, p. 222

 

3 de febrero - Combate de San Lorenzo- Homenaje al Sargento Cabral - Poema de Ivo Kravic

 Comparto este poema de Ivo Kravic

Aquel 3 de febrero

 

[Luz de amanecer – cascos – relinchos.

Un fraile advierte la presencia de un hombre de camisa blanca y pantalón azul]

 

Fraile-  ¿Quién es Usted, Señor?

¿Cómo entró?

¿Por qué está aquí?

 

El hombre [Habla como si no reparara en la presencia del fraile]

Aquella puerta daba al campanario.

Era un cielo límpido.

Y el hombre se volvió a sus soldados

 y los miró con orgullo.

 El uniforme azul, el morrión.

Luego subió.

Miró por su catalejo.

Y a poco baja.

Da las ordenes.

Monta ese caballo. 

Esa mirada azul.

 

Redoble de tambores.

El cielo baja hasta los rojos estandartes.

 

Coro

¡A la carga!

¡A la carga!

¡Los granaderos van a la carga!

 

 Solista-  Es hermoso el cielo azul.

 [fuego de fusilería - voces de mando]

 Es hermoso el cielo azul

 

[Cambio de luces, se proyectan sobre él.

Hay una suerte de transformación

Y adopta la suerte de Cabral]

 

Pero viene una bayoneta

hacia mi cuerpo.

Viene a calar mi alma.

Viene el cielo de Corrientes

para hablar a mi infancia.

Pero soy el que debe sacarlo de su pobre caballo muerto.

A salvar lo que no sé,

algo que no sabré hasta un cielo

de caballos de triunfo.

Soy el que lo saca de su pobre caballo muerto.

 Quince minutos de gloria

 en que pude salvar lo que acaso  no sabré nunca.

 

Sólo estos caballos saben de mi cielo

como la bayoneta en mi dolor.

Ellos con la mirada en mi

Solo sé que salvo lo que desconozco.

Que la patria me mire desde esa incertidumbre

Y muero, lo que desconozco de ese hombre

que nos dio quince minutos de gloria.

 

Fraile- ¿Quién es Usted, Señor?

¿Por qué está aquí?

 

El hombre-  Yo dormiré esta noche

en la misma habitación de la agonía.

Porque sólo soy

un hombre que escribe

Apenas soy una breve luz

de narrador de historias.