Gestorama para la celebración de Semana Santa
Propuesta de un gestorama de la Pasión: Jesús ante Pilato,
para tres personajes, lectura y reflexión
(fragmento de Gestoramas para la fe)
Jesús ante Pilatos
Texto: Lucas 23, 1-7.
Y
levantándose todos ellos, le llevaron a Pilato.
Comenzaron
a acusarle diciendo: “Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo,
prohibiendo pagar tributo al César y diciendo que él es Cristo Rey. Pilato le
preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Él le respondió: “Sí, tú lo dices”.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: “Ningún delito encuentro en
este hombre”. Pero ellos insistían
diciendo: “Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde
comenzó, hasta aquí”. Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo,
Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que
por aquellos días estaba también en Jerusalén.
La figura de Pilatos, en cambio, es más difícil. Desde el comienzo se discutió acerca de él, de sus calidades humanas, etc. Los mismos evangelios dan pautas un tanto distintas, desde la apreciación “buscaba salvarle”, hasta el ser inducido a ello por un sueño de su mujer. Pero precisamente ese carácter oscuro (como al fin resulta siempre oscuro el interior de cada hombre cuando se erige en juez) es lo que permite diversas interpretaciones. Podemos ensayar algunas, que son válidas no sólo como interpretación bíblica, sino también como expresión de actitudes humanas de quienes han tenido que juzgar cuestiones relativas a la religión cristiana o a cualquier otra.
- El funcionario: Pilatos sería un hombre dedicado a su función, ocupado en cumplir su deber y no salirse de él, ni para bien ni para mal; por eso interroga al acusado, responde a los acusadores y ante un posible problema de jurisdicción remite el preso a quien incluso antes era su enemigo personal (Herodes). Por eso mismo su actitud ante las cosas intenta ser objetiva y en cierto sentido deshumanizada; se trata del “caso”, no de la persona. Quien elija esta interpretación debe buscar expresiones corporales adecuadas, objetivantes, distantes y formales.
- El hombre escéptico: más en consonancia con el relato de Juan, y quizá válido históricamente, sería el prototipo del hombre instruido y culto, interesado en las grandes cuestiones, pero sin creer en definitiva en ninguna respuesta; de allí que, con cierto escepticismo (interpretación que parece más válida que la de ser un inquieto futuro discípulo) pregunte “¿qué es la verdad?” en la versión joánica. En este caso la reticencia a condenarlo se asemejaría a la reticencia a condenar a un visionario inofensivo. Piénsese que hay muchas autoridades que así procedieron y proceden con los cristianos y otros hombres religiosos, en los cuales la aparente bondad va unida al menosprecio íntimo por sus creencias. Para expresar esta personalidad debe buscarse el “tipo” intelectual, un poco “a la vuelta de todo”, menos formal que el funcionario, pero con una objetividad incluso más fría, porque es expresión de la propia incredulidad.
- El hombre de fondo bueno, pero temeroso y pusilánime. La interpretación del juez cobarde, que se asusta ante la posibilidad de que los judíos lo acusen ante Roma y condena a quien cree inocente, ha sido bastante aceptada por la tradición interpretativa. Para expresar corporalmente esta personalidad deben buscarse las formas de temor secreto, gestos pequeños y nunca del todo firmes, desconfianza con el entorno marcada en las posiciones nunca francas del cuerpo.
Cada uno puede elegir
entre estas propuestas y muchas más y más matizadas que surjan de la discusión
y la expresión del personaje en el grupo. Luego cada uno podrá hacer su propio
Pilatos, es decir, interpretar a Pilatos desde su propia personalidad, o sea,
expresarse como se expresaría si le hubiera tocado un caso semejante. Para ello
nótese que Pilatos no podía saber ni prever el fin de la historia y para él (y
para quien haga sus veces) Jesús no se diferencia aparentemente de otros casos;
por tanto, es una conducta humana general lo que se expresa, y además, para el
creyente, la oportunidad concedida y perdida de Pilatos para ver más allá de lo
aparente.