Celebración Pascual

 

Salmo 116 

Acción de gracias por haber sido librado de la muerte

Amo a Jehová, pues ha oído

Mi voz y mis súplicas;

Porque ha inclinado a mí su oído;

Por tanto, le invocaré en todos mis días.

Me rodearon ligaduras de muerte,

Me encontraron las angustias del Seol;

Angustia y dolor había yo hallado.

Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:

Oh Jehová, libra ahora mi alma.

Clemente es Jehová, y justo;

Sí, misericordioso es nuestro Dios.

Jehová guarda a los sencillos;

Estaba yo postrado, y me salvó.

Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,

Porque Jehová te ha hecho bien.

Pues tú has librado mi alma de la muerte,

Mis ojos de lágrimas,

Y mis pies de resbalar.

Andaré delante de Jehová

En la tierra de los vivientes.

10 Creí; por tanto hablé,

Estando afligido en gran manera.

11 Y dije en mi apresuramiento:

Todo hombre es mentiroso.

12 ¿Qué pagaré a Jehová

Por todos sus beneficios para conmigo?

13 Tomaré la copa de la salvación,

E invocaré el nombre de Jehová.

14 Ahora pagaré mis votos a Jehová

Delante de todo su pueblo.

15 Estimada es a los ojos de Jehová

La muerte de sus santos.

16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo,

Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;

Tú has roto mis prisiones.

17 Te ofreceré sacrificio de alabanza,

E invocaré el nombre de Jehová.

18 A Jehová pagaré ahora mis votos

Delante de todo su pueblo,

19 En los atrios de la casa de Jehová,

En medio de ti, oh Jerusalén.

Aleluya.

Versión Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.

 


Nota sobre una interesante puesta en escena

Nota sobre En un mar de luto

 En el teatro El Portón de Sánchez, todos los domingos a las 20 hs y hasta  durante fin de abril, se presenta la obra En un mar de luto, con texto de García Lorca y el siguiente el siguiente plantel de producción: 

- Actores: Marcelo Bucossi (Bernarda Alba),  Lucas Galván (Adela)  Marcelo Rodríguez (Poncia) Gustavo Reverdito (Angustias),  Daniel Toppino (María Josefa) Ariel Haal (Martirio), Juani Pascua (Amelia),  Pablo Mingrino (Vecina y Mendiga), Miguel Ángel Villar (Criada),  Juan Zenko (Prudencia)/ Luis Cardozo (Magdalena).

-  Música en vivo: Agustín Giganti.

- Asistente de Dirección: Ana Pasulevicius.

- Asesoramiento Artístico: Marcelo Bucossi.  

- Dramaturgia y Dirección general: Alfredo Martín

- Escenografía: Ariel Vaccaro

- Iluminación Ricardo Sica

- Vestuario: Alejandro Mateo

- Fotografía y video: Ignacio Verguilla.

- Diseño de objetos y Gráfica: Gustavo Reverdito.

- Entrenamiento corporal: Armando Schettini.

- Asesoramiento teórico: Estela Castronuovo.

- Asesoramiento musical: Pepa Luna.

-Cantantes: Agustín Giganti y Marcelo Rodríguez.

- Prensa y difusión: Paula Simki

*

García Lorca escribió La casa de Bernarda Alba en 1936 y en ella refleja su inconfundible estilo  y su espíritu inconformista, que, como en otras obras pero particularmente en ésta, desarrolla el núcleo dramático irresoluble inicial hasta llegar a un trágico final que presagia el suyo propio, igualmente trágico, dos meses después.

Es consenso –que comparto–  de los críticos y analistas de la obra, que ella no se limita a denunciar el autoritarismo castrador familiar, sino que su trama en lo esencial refleja el proceso de todo autoritarismo. Puede resumirse en las palabras de Bernarda: “Aquí [en esta casa, en esta ciudad, en esta empresa, en este país … –y si fuera posible–  en este mundo] se hace lo que yo digo”.  La comprensión de este mensaje universal e intemporal no obsta a una cuestión conexa: toda lectura de una obra implica una hermenéutica, se mueve en un círculo hermenéutico (como decía Heidegger) y a esa interpretación no le caben las categorías de verdadero-falso. Como bien explica Gadamer, no hay “interpretación verdadera”.  Con todo, interpretar una obra luego de casi un siglo de escrita y en contextos muy diferentes en todo sentido, presenta dificultades propias, y cada repositor goza, en cierta manera, del privilegio de poder prescindir sin tapujos de ciertos recaudos que habitualmente se tienen cuando la reposición es coetánea al estreno y sobre todo si el autor vive.  También, por otra parte, tiene sus riesgos, porque no puede aferrarse a ninguna “intentio auctoris” o procedimientos similares que ponen cierta sordina a las críticas.

En este caso, el director ha optado por una reposición que podría calificarse de inesperada, aun cuando, como se ha dicho (y lo dice él mismo en una nota a la que tuve acceso) en cierto modo se inspira en los problemas con visión de género que trabajan sobre todo las filósofas feministas, en las que en cierto modo se apoya. Pero no es una reposición que modifique (ni textual ni interpretativamente) una palabra del texto. Sólo que es un texto representado por varones, no disfrazados de mujeres, ni siquiera autopercibidos mujeres (aunque se podría interpretar, aunque tal vez forzadamente, como una puesta “trans”). Simplemente un elenco totalmente varonil representa al elenco totalmente femenino del original, pero con sus voces y sus modales masculinos Se produce así un “mix” de géneros, algo que ha sido, según afirmación propia, la intención del director.

No voy a analizar en detalle la interpretación ni otros aspectos de la puesta, porque ésta no es propiamente una nota crítica, sino reflexiva. Pero sí quiero destacar también la originalidad de la conducción de los actores, que presentan una notable homogeneidad, tanto en sus movimientos como en sus voces y gestos.  Uno de los intérpretes, Pablo Mingrino, en una comunicación personal, explica que el director ha cuidado hasta el último detalle interpretativo, por lo cual se da esa coincidencia y homogeneidad que percibe el espectador. Además, dice, se ha cuidado también de la misma manera cada gesto (para lo cual los actores practicaron con los asistentes que registra el programa) desde las posturas para que los trajes acompañen, así como las caídas y gestos de la pelea, e incluso el uso y manejo de los abanicos, que también guardan idénticos movimientos, dando a toda la puesta un aspecto coreográfico.

Destaco la escenografía, que no sólo tiene el sentido circular que metafóricamente apoya al texto (esto ya lo han señalado los comentarios) sino que, a mi juicio, tiene tres características que le dan valor propio: es laberíntico aunque sólo como insinuación (acompañando el laberinto emotivo de los personajes); por eso  determina también movimientos actorales aparentemente erráticos (laberínticos en cierto modo) y es multiuso (sirve de pared, de asiento, de cama) lo que permite una actuación realista (en esos aspectos) con una escenografía minimalista y abstracta.

Destaco también el vestuario, con reminiscencias monacales, con cierto aire de rudeza propio de las vestimentas campestres y con insinuantes giros de sentido en los de la criada y la madre cuya aparición es a la vez dramática y desopilante (parece raro, pero es así, al menos así lo percibí). Pero incluso estas vestimentas, en tonos de blanco-grisáceo, no alteran la visión de una puesta en blanco y negro, incluyendo el blanco de la ropa interior para dormir y acompañando a la escenografía. Sólo como excepción aparece un rojo en la ventana del cuadro final, en el fondo lateral derecho, como culminación y en cierto modo también desafío al autoritarismo bicolor, representado en la fuga de Adela, fuga que acepta hasta sus últimas consecuencias: la fuga decisiva de la muerte, en ese espacio donde ya no reina el poder de su madre.

En síntesis, una reposición original, que da para pensar, para opinar y para discutir, tanto en lo literario como en lo filosófico, cultural y ético-social. La resonancia de esta puesta y esta percepción de la obra, que ya lleva tres temporadas en cartel, con lleno de sala, es una muestra de su potencia convocante.


 

 

 

 

 

Otoño 2025

 Otoño 2025

 

Comparto dos poemas de sendos grandes escritores en lengua castellana


Tan, tan

Tan, tan.

¿Quién es?
El Otoño otra vez.
¿Qué quiere el Otoño?
El frescor de tu sien.
No te lo quiero dar.
Yo te lo quiero quitar.

Tan, tan.
¿Quién es?
El Otoño otra vez.

Federico García Lorca 

* * *

Versos de otoño

Cuando mi pensamiento va hacia ti, se perfuma;
tu mirar es tan dulce, que se torna profundo.
Bajo tus pies desnudos aún hay blancos de espuma,
y en tus labios compendias la alegría del mundo.

 

El amor pasajero tiene encanto breve,
y ofrece un igual término para el gozo y la pena.
Hace una hora que un nombre grabé sobre la nieve;
hace un minuto dije mi amor sobre la arena.

 

Las hojas amarillas caen en la alameda,
en donde vagan tantas parejas amorosas.
Y en la copa de otoño un vago vino queda
en que han de deshojarse, primavera, tus rosas.

 

Rubén Darío

 

 

Celina Hurtado - Carnavales de mi infancia

 

Un recuerdo de Carnaval en Córdoba

Celina Hurtado

Cuando era chica me gustaba disfrazarme e ir al Corso de Flores con mis padres; todos los años mamá me hacía un disfraz diferente, ella compraba la tela y lo cosía ella misma, varias semanas antes, era toda una expectativa.  Un año en cambio, pasamos los Carnavales veraneando en un hotel en plenas sierras, en Córdoba. Era un hotel grande, con muchas salas, pensión completa, pileta, juegos para los chicos y lugares para pasear a caballo o en bicicleta por los alrededores. Estaba alejado de cualquier ciudad con corsos, según pensaron mis padres, así que ese año no hubo confección del disfraz.

Sin embargo, dos días antes, en el hotel anunciaron que habría una celebración de Carnaval; creo que para los mayores era después de la cena, posiblemente un baile; para los chicos la fiesta era a la hora de la merienda y se invitaba a que fuéramos disfrazados. Claro que no era obligatorio, pero a mí me hubiera encantado, pensaba, haber llevado uno, aunque fuera el disfraz del año pasado. Me puse triste. Papá se fue al pueblo a ver si encontraba algo para disfrazarme, pero no había nada; a la vuelta observó a una mamá que estaba confeccionando con cartulina una especie de gorrito carnavalesco o algo así. Seguramente se lo sugirió a mamá que, siempre solícita, mejoró la idea. Fueron al pueblo y compraron papel crepé de varios colores y cartulina. Aunque en aquel tiempo ella era maestra de sexto grado, de más joven lo había sido en jardín de infantes y recordaba bien las manualidades que hacían las maestras para los más chiquitos del colegio.

Con su práctica, en un día, me armó un disfraz de “Primavera”. Consistía en una pollera de papel crepé verde, fruncida (mamá siempre llevaba hilo, agujas y tijera) y bien armada, con un cinturón de cartulina que me puse encima de una solerita de color. Hizo también florcitas con papel crepé rosa, amarillo, rojo, y los cabitos con verde, y en forma de ramitos los cosió a la pollera, y en el hombro y armó una especie de diadema, con las florcitas y a los lados tiritas de colores. La verdad es que quedó precioso y no tenía nada que envidiar a los vestidos de tela, cortados y cosidos como por una modista.

Recuerdo con algunas imágenes la fiestita con tortas, masitas, gaseosas, y los chicos al final casi todos con algo de disfraz que sus mamás habían pergeñado; pero el mío fue muy admirado. La cara de contento de papá y mamá lo decía todo: una vez más me habían dado el gusto de “mi disfraz para Carnaval” como yo solía decir cuando lo elegía y lo preparábamos.

Recuerdo también que había una foto (tal vez más, pero recuerdo una) que anduvo dando vueltas por casa muchos años; ahora no la encuentro, pero la tengo en la memoria agradecida a mis padres. Gracias a ellos fueron unos lindos carnavales cordobeses.

Cocina histórica en verano

 En estos dias de verano y temporada de los espárragos, comparto esta receta, rica y fácil de hacer, del libro siempre bien ponderado de Manuela Gorriti, enviada por su sobreina,.

Espárragos a la colegiala

Así los llaman en casa cuando, acomodados como a mí tanto me gustan, los envía a la mesa nuestra buena cocinera, los días de salida.

No puedo dar a este excelente cordon blue, mejor prueba de mi gratitud que solicitar de mi tía, para su sabrosa confección, un lugar en las páginas de Cocina ecléctica.

Hacía hervir ligeramente los espárragos en agua salada, sin cocerlos demasiado, para conservarles su parte más delicada. Atábalos en pequeños manojos que representaba una ración. Los curtía durante dos horas en un batido de vinagre y aceite sazonado con sal y pimienta, pasándolos al servirlos a una fuente de puré a la crema. 

María López Beneditto

(Buenos Aires)

La Cocina ecléctica, p. 222